¿Y si dejáramos de quejarnos y montáramos una emisora de verdad?
Por Román González
En Colombia abundan los músicos de rock, metal, punk, hardcore, noise, gótico, progresivo y todas sus vertientes. Hay talento, historia, producción, discos, conciertos, giras, festivales autogestionados y cientos —si no miles— de bandas activas. Sin embargo, una queja atraviesa transversalmente a la mayoría: “no hay apoyo”, “no hay espacios”, “la radio no nos pone”, “los medios nos ignoran”.
Pero… ¿cuánto tiempo más vamos a seguir repitiendo esto sin preguntarnos algo esencial?
¿Por qué, si somos tantos, no hemos logrado una emisora propia, gestionada por y para nuestra escena?
No hablo de podcasts sueltos ni programas esporádicos en emisoras universitarias o comunitarias. Hablo de una emisora formal, con una frecuencia en el dial FM, abierta a todo el país, con programación 24/7, donde suene desde Reencarnación hasta Masacre, desde Aterciopelados hasta Grito, desde Sierpe hasta Bajo Tierra, desde Krakens olvidados hasta bandas nuevas de Pasto o Barrancabermeja.
No es un sueño imposible
Colombia tiene legislación que permite a colectivos acceder a frecuencias de radio comunitaria, cultural o incluso comercial, dependiendo del enfoque y alcance. El Ministerio TIC abre periódicamente convocatorias para licencias de emisoras, y existen figuras legales como las emisoras comunitarias sin ánimo de lucro o incluso alianzas intermunicipales para montar proyectos con mayor cobertura.
Además, existe el modelo mixto: una emisora online que logre consolidarse como marca y comunidad, para luego escalar a una frecuencia abierta con respaldo técnico, jurídico y comunitario.
¿Qué nos detiene?
Lo que falta no es talento. Tampoco ganas. Falta organización real. Falta visión compartida. Falta un plan. Los músicos están ocupados en sobrevivir, producir sus discos, montar toques y buscar likes en redes. Los gestores culturales a veces están dispersos, y los pocos medios que existen sobreviven en el borde de la precariedad.
Y sí, montar una emisora implica una ruta técnica y legal:
Ruta tentativa para tener una emisora propia (plan base):
Consolidar una corporación o figura legal sólida con representantes de diferentes ciudades, géneros y generaciones.
Diseñar un proyecto de emisora con enfoque cultural/musical claro, incluyente y justificado socialmente.
Presentarse a convocatorias del Ministerio TIC para acceso a frecuencias FM o AM (si están disponibles).
Alternativamente, empezar como emisora online mientras se avanza en el trámite legal del dial.
Conseguir apoyo técnico y logístico: torre de transmisión, estudio, software de automatización, servidores, etc.
Buscar aliados institucionales o internacionales que respalden la causa (ONGs, becas, fondos culturales).
Crear una programación diversa, profesional y sostenida, con participación de músicos, periodistas, melómanos, y gestores culturales de todo el país.
Y lo más importante: tener voluntad colectiva real, dejar egos y escenas aparte para construir algo que beneficie a todos.
¿Y si lo hacemos?
No basta con decir “nos censuran” o “no nos ponen”. Tampoco sirve pedirle a Radiónica o Radioacktiva que “pongan más metal” si esas emisoras tienen sus propias agendas, límites y líneas editoriales. No hay nada más coherente, más punk, más DIY, que montar nuestra propia plataforma de difusión.
Hoy más que nunca, con las herramientas digitales, el acceso al conocimiento técnico, y la experiencia acumulada en festivales como Altavoz, Manizales Grita Rock, Festival Anti-Hambre, Rock al Parque, entre muchos otros, tenemos con qué.
El reto ya no es musical. Es político, organizativo y comunicativo.
Si la escena independiente no se une para construir sus propios medios, seguirá condenada a la invisibilidad… o al eterno lamento.