Grindcore con sabor a mugre y hermandad
Por Román González
En un mundo donde todo suena igual y todo se sube a la nube para que nadie lo escuche, todavía hay gente que cree en el poder de un casete. Y no hablo de nostalgia barata ni de fetichismo vintage. Hablo de creer en el objeto, en el gesto, en la conexión real entre personas que hacen ruido porque lo necesitan, no porque lo monetizan.
Da Greatest Refritos es un compilado de 90 minutos de puro grindcore colombiano, armado entre bandas de Medellín y Bogotá. Un proyecto nacido desde el cariño, la autogestión, los chats de madrugada, y la terquedad de seguir creyendo en la música como puente y no como producto.
Editado por Xhumer Records y Familia Subterránea, este split no busca quedar bien con nadie. No es un showcase, ni una postal bonita. Es un vómito compartido, un abrazo de blastbeats entre dos escenas que han crecido en paralelo, muchas veces sin hablarse... hasta ahora.
Lado Paisa: montaña, miseria y metrónomos rotos
Tres bandas de Medellín que representan distintas formas de desahogo extremo:
Faith and Joy, proyecto nacido del encierro pandémico, mezcla conciencia ambiental, noise y nihilismo en formato tritura-cráneos. Esto no es solo música: es un mensaje.
Mundo Depresivo, puro ruido existencial hecho desde el fondo del Valle de Aburrá. Disonancia como espejo, como grito ahogado, como mantra para no rendirse.
UncleGore, escuela gore con risa nerviosa. Tripas, porno, deathgrind y espíritu cochino, pero con técnica y cerebro. No se toman en serio, pero tocan como si la vida dependiera de ello.
Lado Rolo: altiplano, rabia y flatulencias amplificadas
Desde Bogotá, tres bandas que hacen del caos una herramienta:
Porno Fart, tan punk como escatológica. Letras que huelen mal, pero piensan bien. Una pedrada directa al confort del oyente.
Pustule, sonido enfermo, puro underground de la vieja escuela, hecho con odio y disciplina.
Cum Book, humor negro, sexo, crítica social y riffs que podrían haber salido de un sótano de Queens en los 90. Grindcore callejero y sarcástico.
¿Por qué esto importa?
Porque los compilados bien hechos son cápsulas del tiempo. Porque juntar bandas de Medellín y Bogotá —con todas sus diferencias— en un solo casete no es poca cosa. Porque aún hay quien prefiere un xerox mal cortado y una cinta que suena saturada, antes que un playlist bonito en Spotify.
Esto no es solo un tape. Es una señal.
Estamos vivos. Seguimos gritando. Seguimos creyendo.
Y sí, refritos... pero bien sazonados.
Búscalo, cópialo, compártelo. Antes de que se acaben. Antes de que todo se vuelva silencio otra vez.